Hablé extensamente sobre el estado de ánimo y su abordaje en el post Actuar contra el desánimo, hoy subo al blog un artículo que sintetiza en cierta medida los contenidos de aquel. Este artículo es un texto que he publicado en una revista local, concretamente la revista PUBLIHOY, cuyos números se distribuyen en municipios del sur de Madrid, entre ellos Humanes, donde está ubicado el centro de psicología «la mente corriente». Como la extensión máxima que me pedían era de 400 palabras, la entrada es muy cortita, muy concisa y, por ende, muy genérica en sus planteamientos. De todos modos, espero que os guste, aquí os la dejo:
Nuestro estado de ánimo es el resultado de la interacción de tres elementos: pensamientos, sentimientos y acciones. Estos tres elementos se contaminan para bien o para mal. Por ejemplo, si mis pensamientos son negativos, mis sentimientos se teñirán también de negatividad y, al desanimarme, terminaré volviéndome inactivo, lo que provocará más desánimo y más pensamientos negativos. El círculo vicioso del desánimo.
El motivo por el que cada cual se desanima es absolutamente especial y único, sin embargo, es importante destacar que el desánimo no se origina tanto por lo que ha pasado en la actualidad, sino por una acumulación de pequeñas heridas procedentes de nuestra historia, que culminaron ese día en que un evento fue la gota que colmó el vaso. Un ejemplo sencillo: si perder el trabajo provocara depresión, todos los parados estarían deprimidos, y esto no es así; si una persona se desanima profundamente al perder su trabajo es porque este hecho fue la chispa que faltaba para que la depresión se desarrollara en su caso. No son los hechos en sí los que causan el desánimo, sino lo que estos hechos significan para la persona que los vive, dada su historia de vida anterior.
Para superar el desánimo habría que realizar dos trabajos, el primero en el aquí y ahora, trabajando para cambiar de signo esos tres elementos a los que se hacía referencia antes (pensamientos, acciones y sentimientos). El segundo trabajo a realizar sería revisar nuestra historia, bucear en lo que hemos vivido para entender qué me lleva al desánimo y por qué. Esto es fundamental porque si alguien no se entiende, es decir, no sabe por qué se siente como se siente, el cambio se hace muy complicado.
Si queremos cuidar nuestro estado de ánimo no queda más remedio que hacer ambos trabajos. Son tareas complicadas pero se hacen mucho más sencillas con ayuda profesional, la psicología dispone de herramientas y técnicas que ayudan a modificar nuestros pensamientos y acciones en el aquí y ahora; un psicólogo también conoce el modo de promover que las personas conecten con su pasado y apliquen en el momento actual los aprendizajes derivados del mismo.
Ante todo, lo fundamental es no dejarse llevar por el desánimo y desterrar la idea de que nada sirve. El objetivo es romper el círculo vicioso y aprovechar la ocasión para conocerse algo mejor y salir fortalecido de la experiencia.
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Me gustó y me sirvio