El fin del diagnóstico psiquiátrico, la decadencia del tratamiento farmacológico

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El fin del diagnóstico psiquiátrico, la decadencia del tratamiento farmacológico

¿Algún profesional ha puesto nombre a tu malestar emocional? ¿Te han diagnosticado alguna vez? Diagnosticar y etiquetar no ayuda en nada a que la persona mejore sus síntomas, o al menos eso es lo que sostienen un grupo de psiquiatras de prestigio que están promoviendo, en serio y basándose en evidencia científica, una cruzada contra las etiquetas diagnósticas en psicología y psiquiatría.

Que las etiquetas diagnósticas pueden ser contraproducentes e incluso peligrosas es algo que va demostrando, quizás más lentamente de lo que nos gustaría a algunos, la investigación y la experiencia clínica. En mi caso particular y tras estos años de ejercicio profesional, me voy dando cuenta de que es casi una responsabilidad moral tratar de concienciar a las personas que encuentro de que no son ansiosos, ni depresivos, ni crónicos, ni trastornados… Si recordáis, ya hice una primera reflexión sobre este asunto en El límite entre lo normal y lo patológico. Hoy complemento esa entrada yendo más allá, porque resulta que ha nacido en el seno de la propia psiquiatría un movimiento, liderado por el doctor S. Timini, que reivindica la abolición de los sistemas diagnósticos, nada más y nada menos. Esto es, que ningún profesional base jamás su tratamiento en una etiqueta diagnóstica. Este colectivo de psiquiatras ha compilado investigación y estudios al respecto, plasmando sus conclusiones en un comunicado titulado «No más etiquetas diagnósticas». Las implicaciones derivadas del trabajo de esta gente son determinantes y podrían revolucionar los modelos actuales de atención en salud mental, sobre todo porque además se cuestiona, de un modo casi definitivo, la eficacia de los tratamientos farmacólogicos. Según este grupo de psiquiatras británicos el diagnóstico carecería de utilidad profesional, ya que nunca se ha demostrado que ayude a la hora de elegir un tratamiento adecuado. Los diagnósticos psiquiátricos no solo no son válidos ni útiles para el psiquiatra, sino que además generan la estigmatización del que lo recibe, que tiende a comportarse de acuerdo a su diagnóstico.

Con el procedimiento usado por el sistema de salud mental actual, el mensaje que el paciente recibe es el siguiente: tienes un trastorno que se llama fulanito y que requiere medicación. Tu cerebro se ha desajustado a nivel biológico, los fármacos tienen como función que vuelvas a niveles más equilibrados, menos patológicos. Este modo de enfocar el tema se ha venido a llamar modelo biologicista.

Muchos hemos comprobado que el modelo biologicista empuja a la gente a tratar pasivamente su afección. Es la medicina la que cura, no soy yo el que debe trabajarse lo que me ocurre. El resultado, también documentado tras varios estudios, es que existe un número altísimo de personas que llevan años basando su mejoría en la fe en la medicación y sus síntomas nunca desaparecen. Por ejemplo, en el caso concreto de la ansiedad, se sabe que si la gente abandona de repente los fármacos que lleva tiempo consumiendo los síntomas podrían volver a niveles más altos que los iniciales. En España, eminencias como Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, llevan tiempo alertando de que no existe una base científica fiable que apoye al tratamiento con tranquilizantes en los desordenes de ansiedad.

Tras revisar los datos disponibles, Timini y sus colegas plasmaron en su comunicado una de las conclusiones que a mí personalmente más me ha inquietado, la que dice que el pronóstico a largo plazo de los pacientes tratados en los sistemas de salud ha empeorado. Es decir, el sistema falla estrepitosamente y es urgente utilizar modelos de atención alternativos, modelos que no tienen que inventarse ni sacarse de la nada, ya existen: son aquellos basados en la recuperación y la rehabilitación.

El modelo basado en la recuperación y la rehabilitación propone ayudar a la persona a entender de donde proceden sus síntomas, para que pueda responsabilizarse del tratamiento de los mismos a través de la autoconciencia y el autocuidado. Para este fin, es importante potenciar sus recursos personales y aprovechar las oportunidades que ofrece el entorno sociofamiliar. Ya hay miles de profesionales, entre los que me incluyo, que están comprobando de primera mano que es este tipo de modelo el único que realmente funciona. La medicación, en algunos casos necesaria, no es más que una muleta temporal que mitiga un poco el sufrimiento en los momentos sintomatológicos más extremos.

¿Por qué, si está tan claro, se sigue diagnosticando y medicando a discreción? Quizás tiene algo que ver que la industria farmacéutica patrocina y financia la formación de un número ingente de psiquiatras y estudiantes de psiquiatría. Mucha gente recibiendo una formación biologicista, y en muchos casos casi exclusivamente biologicista. Mucha gente que cree que esa es la línea a seguir porque no conocen más ciencia que la ciencia que les enseñan. Otra razón sería la resistencia al cambio que todo modelo científico tiene. Si se desmorona un modelo caen sus cabezas, sus figuras de poder. El que era el máximo experto queda relegado al individuo que defendió algo que ha demostrado fracasar, y eso es algo que no todo el mundo es capaz de asumir.

Entre tanto la gente sufre y, cuando alguien da el valiente paso de llamar a la puerta del médico para buscar ayuda, lo que recibe es un estigma, acompañado de un tipo de tratamiento que lo único que ha demostrado es su escasa capacidad para mejorar a largo plazo la sintomatología inicial. Y no quiero ponerme excesivamente dramático, pero llevo años viendo cosas que no deberían haber ocurrido nunca: un niño sobremedicado, babeando por ello en mi despacho, para «curar» una supuesta hiperactividad que en realidad es debida al maltrato físico y psicológico que vive dentro de su familia. «El niño está mucho más tranquilo». No, el niño está mucho más drogado, pero jamás mejorará hasta que su familia cambie y hasta que haya un trabajo sobre lo que en realidad le está pasando. Hay muchos más casos, más de la cuenta, por supuesto, hay adultos drogándose desde hace diez, veinte, treinta años, que solo consiguen estar más tranquilos cuando se medican. Luego otra vez el malestar y más medicación. Vuelta a empezar. Aquello que provoca sus síntomas fluye latente por dentro. Por medio de la droga y en los momentos en los que se consume, uno puede rebajar a corto plazo el daño que se manifiesta físicamente, no así el dolor psicológico, verdadero objetivo para que la mejora se consolide.

8 Comments

  1. Melisa dice:

    Lo comparto al 100% y siempre me ‘pelearé’ con quien sostiene lo contrario. Antes era un bicho raro por no seguir lo que la industria farmacéutica dominante impone, ahora orgullosa por no dejarme llevar y utilizar homeopatía, lo mismo sucede con la salud mental,estoy segura.

  2. CMPN dice:

    Sublime, como siempre.

    Agradecido.

  3. Manolín dice:

    ¡OLE! ¡OLE! y ¡OLE! ¿Qué más se puede decir caballero? Vamos a ver cómo se pueden convencer a todas esas personas que están sobremedicadas y que además, están alentadas por profesionales con licenciaturas, master y megatítulos que les dan potestad para drogar a millones de personas a diestro y siniestro, sin poder pedirles responsabilidad, porque es totalmente legal y está respaldado por los gobiernos.

    Tengo una pregunta Diego: Si un día me levanto apático, sin ganas de hacer nada y me medico con un poco de speed, resultando en una hiperactividad descontralada, ¿podría después medicarme con tranxilium para calmarme?

    Gracias

  4. Ángeles17 dice:

    Excelente tema a partir de este momento me quito la etiqueta que me fue puesta el día que tuve en manos de psiquiatra y mejor veo cuales cosas debo cambiar del modelo o patrón con cual crecí y fui criada . Gracias fue de mucha ayuda .

  5. Heidi dice:

    Exacto, pobre gente drogada por profesionales con títulos y megatitulos colgados en sus consultorios. Nunca van ha contradecir está realidad lamentable ya que les conviene que el enfermo no se cure. Tienen tan pocos clientes está carrera de psiquiatria o psicología. Les conviene retenerlos.

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