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La importancia del proceso creativo

La creatividad es la gran olvidada de nuestro sistema educativo, un sistema diseñado para navegar por asignaturas que no permiten salirse por la tangente ni un segundo. Supongo que será por la sociedad en la que estamos, que tiende a lo rígido, a si los números cuadran o no cuadran, a ser productivo por encima de todo… será por eso o por no sé qué, pero el caso es que la persona creativa parece llevar colgado el estigma de rara, bohemia o loca. 

 
Resulta que nuestro cerebro se descongestiona cuando se embarca en una actividad creativa, además dicho tipo de actividad facilita el desarrollo de nuestra inteligencia y nos ayuda a consolidar conocimientos ya adquiridos e incluso fomenta la capacidad para solucionar problemas. Cuanto más creativo sea, más fácilmente se me presentarán alternativas para solucionar cualquier tipo de situación problemática. Además, y esto es especialmente importante, la creatividad es una de las vías de escape de nuestras tensiones y emociones más sofocantes.
La energía que hay en nuestro interior es adecuadamente canalizada hacia el exterior cuando se realizan tareas de este tipo, produciendo un estado de «relax activo», por llamarlo de algún modo: uno se encuentra perfectamente concentrado en la tarea pero liberado y relajado al mismo tiempo. Quien sea músico o bailarín, por ejemplo, sabrá de lo que hablo. Como curiosidad diré que en algunos centros educativos recomiendan a los padres que han tenido niños con «altas capacidades» que apunten a sus hijos a tareas relacionadas con la creatividad, ya que les ayudan a conducir toda la energía que se deriva de la necesidad de aprendizaje que tienen sus mentes.
 
La dificultad estriba en que como el sistema casi no lo permite, uno se tiene que buscar las mañas para poder desarrollar su propia capacidad creativa. En fin, yo desde luego animo al menos a probar, a salir de la rutina rígida basada en los resultados objetivos que nos impone la sociedad actual, y a abandonarse al fluir del proceso creativo. Las consecuencias en forma de recompensa emocional y descongestión mental (cognitiva, si utilizamos el término técnico) llegarán prácticamente de inmediato.
 
Hoy me he decidido a publicar en el blog un relato que no es mío, al parecer ocurrió realmente.  Leyendo una web llamada psicoactiva.com me he encontrado con una historia que data de 1908, de la cuál se desprende la importancia del proceso creativo. La historia es la siguiente:
 
Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:
Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada.
Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía: ―Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro.
El estudiante había respondido: se lleva el barómetro a la azotea del edificio y se le ata una cuerda muy larga. Se descuelga hasta la base del edificio, se marca la cuerda cuando el barómetro llega al suelo y se mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente.
Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios: si obtenía una alta nota, esta certificaría su alto nivel en física, pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas.
Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.
En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: Se toma el barómetro y se le lanza al suelo desde la azotea del edificio, se calcula el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la formula h=2gt2, así obtenemos la altura del edificio.
En este punto le pregunte a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta.
Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, se toma el barómetro en un día soleado y se mide la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
– Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?
– Sí, contesto: este es un procedimiento muy básico para medir la altura de un edificio, pero también sirve. En este método, se toma el barómetro y se sitúa en las escaleras del edificio en la planta baja. Según se va subiendo por las escaleras, se va marcando la altura del barómetro y se cuenta el número de marcas hasta la azotea. Al llegar se multiplica la altura del barómetro por él número de marcas y este resultado es la altura. Este es un método muy directo.
– Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.
– En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precesión.
– En fin, concluyo, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea tomar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo.

En este momento de la conversación, le pregunte si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

El estudiante se llamaba Niels Bor, físico danés, premio Nobel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.
 


Este es el final del relato, pero si alguien se anima a comentarlo estaría encantado de continuar el debate sobre este tema a través del blog. Puedo romper el hielo proponiendo las siguientes cuestiones
 
¿Qué moraleja parece desprenderse de esta historia?
 
¿Qué actividades creativas os resultan importantes para ese alivio y descongestión de los que hablaba antes?
 
Un saludo a todos.
 

8 Comments

  1. Amigo la creatividad asignatura obligatoria en todas las escuelas.Diego me quito el sombrero ante tu gran trabajo me encanta,un abrazo y sigue con ello.

  2. Diego Sango dice:

    Muchas gracias Antonio, me alegro de que te guste. Con esos ánimos que me das desde luego que me apetece seguir con ello y así lo haré. Un abrazo gordo.

  3. Carol dice:

    Yo también creo que la creatividad debería ser una asignatura más y muy importante en la escuela. Habría tantas cosas que cambiar.

    Tanta teoría… cuando lo que importa es la práctica y cómo nuestra imaginación y creatividad nos puede llevar a resolver un problema de mil maneras y sin seguir los caminos indesviables que nos marcan normalmente en la enseñanza. Así es como se avanza y se descubren nuevas cosas.
    Además, como dices, la creatividad es un desahogo. A mi me sirve escribir, las manualidades…

  4. Juan López dice:

    Grandísima historia. Aparte de de ser inteligente era un cachondo el tal Niels B.

    Nuestra tendencia es el ir a lo fácil, a lo seguro. Si algo funciona de una manera para qué cambiarlo. No nos gusta arriesgar y tenemos demasiado miedo al fracaso y a equivocarnos, sobre todo porque nos cuesta reconocer nuestros propios errores.

    La persona que más conocimientos acumula es la que más se equivoca y aprende de ello.
    La creatividad personal la aplicamos en todos los aspectos y vivencias de nuestra vida, así que tambien estoy a favor de la enseñanza desde temprana edad y la orientación escolar en los años siguientes.

    «yo tampoco sé vivir, estoy improvisando» Kase O. jeje

  5. Diego Sango dice:

    Afortunadamente hay profesores que se salen de la norma y son capaces de meternos de algún modo el espíritu creativo. Yo tuve alguno de ésos y todavía les sigo agradecido. Si ponemos cada cual nuestro granito seguro que algo encenderemos de esa chispa en la gente con la que nos cruzamos.

  6. Manolín dice:

    Efectivamente querido amigo, la escuela convencional nos llena de conocimientos preestablecidos, que son los que se suponen correctos. Al fin y al cabo, solo vamos a guardar en nuestra memoria aquello que deja una huella emocional y aquello que realmente nos sirve para algo en nuestra vida, aquello que es significativo.

    Muy buena la historia, muy bueno el blog, muy buena tu v…. Pues eso, habrá que crear algo para contribuir a ese desarrollo de la creatividad, yo ya me quedé un poco atrás con ese tema, así que solo me queda intentar dar las herramientas para que otros lo consigan.

    La moraleja que se puede sacar, es que el barómetro te puede servir para sacarte la cera de los oídos. Abrazos

  7. Carmen H. dice:

    La verdad es que este tema lleva mucho tiempo coleando. Creo que todos estamos de acuerdo en la importancia de enseñar a pensar y no a memorizar.

    Pero también estaremos de acuerdo que no es una tarea nada fácil, sobre todo cuando a nosotros no nos han enseñado de esa forma.

    Y no creo que la creatividad deba ser una asignatura, sino una forma de afrontar todo el proceso de aprendizaje.

    Tu historia me ha gustado mucho. Deja muy claro cuál es la meta a conseguir.
    Un saludo y gracias por estos ratitos

  8. Diego Sango dice:

    Totalmente de acuerdo Carmen. De hecho, se lleva a cabo un tipo de pedagogía en el contexto educativo que no parece evolucionar demasiado. Sé que hay personas con ganas de hacer cosas diferentes, de enseñar a pensar, pero tienen que impartir un material y seguir un método que a mi entender está anticuado.
    Depende de la persona y no del sistema que la cosa cambie y debería ser al contrario, que cambie el método para que los profesores tengan más sencillo la tarea de enseñar a pensar.

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